7 de enero de 2011

Descubriendo porqué tenemos tensión en la mandíbula

Todos sabemos, con más o menos detalle, que el estrés de nuestra vida cotidiana se ve reflejado en la tensión de la mandíbula. Situaciones como chirriar los dientes mientras dormimos o darnos cuenta que a lo largo del día estamos apretando fuertemente los dientes entre sí porque estamos en tensión, son situaciones muy comunes. Hay un bruxismo (chirriar los dientes con apriete dentario) nocturno y otro diurno. El bruxismo nocturno está más asociado con el estrés emocional. El bruxismo diurno está más relacionado con alteración de la posíción de la mandíbula en el espacio (lo iremos desarrollando más adelante) y con el aumento del estrés emocional.




Vamos a dar un paseo por el sendero de la articulación de la mandíbula. La mandíbula es un hueso único, unido al cráneo por ligamentos y está suspendido por un cabestrillo muscular. Tiene dos articulaciones, una izquierda y otra derecha. Ambas se mueven al mismo tiempo, es decir, no podemos aislar una y mover la otra. Así, cuando abrimos y cerramos la boca o desviamos la mandíbula a la izquierda o derecha, ambas se mueven.
Vamos a coger la articulación derecha y poner una metáfora para entender como se mueve la articulación. Tenemos el techo de la cueva (hueso temporal), la boina (el disco, parecido al menisco de la rodilla) y la cabeza (cóndilo). Nos imaginamos un señor con boina que se va a deslizar sobre el techo de una cueva.
















En una articulación sana. Al inicio de la cueva (partimos de la boca cerrada), la boina está encima de la cabeza. Cuando bajamos por la cueva (abrimos la boca), ambos (boina y cabeza) se deslizan hacia delante al mismo tiempo. Y cuando retroceden (cerramos la boca), se mueven a la misma velocidad. (Ver vídeo 1)

    En una articulación con problemas biomecánicos. Al inicio de la cueva (partimos de la boca cerrada), ya la boina se ha adelantado con respecto a la cabeza. No está encima de la cabeza. Cuando bajamos por la cueva (abrimos la boca), la boina va primero deslizándose y la cabeza va más despacio, hasta que la alcanza y acaban bajando al mismo tiempo. Cuando retroceden (cerramos la boca) la cabeza lo hace más rápido que la boina, y al final vemos que la boina está por delante de la cabeza. (Ver vídeo 2)



    Tener en cuenta que juntamos los dientes de arriba con los de abajo, para tragar saliva, unas 2000 veces al día. Esto supone unos 20 minutos de contacto oclusal (dientes) al día. Pero no solo se juntan los dientes para tragar, sino también cuando hacemos algunas tareas cotidianas, como abrir un bote de conserva que requiere un esfuerzo físico, o una actividad que requiere de mucha concentración. Esto es fisiológico. Sin embargo, a lo largo del día, con nuestro estrés cotidiano (emocional y biomecánico, que detallamos en el siguiente apartado), vamos estresando la articulación de la mandíbula, esto se refleja en que aumenta la compresión dentro de la articulación, y hace que la cabeza se situe posterior respecto a la boina, es decir, la cabeza escupe a la boina hacia delante. Y cuando abrimos la boca, como no están colocados uno encima del otro, aparece ruido articular cuando avanzan hacia delante y ruido de nuevo cuando retroceden (cierre de la boca).
    Además, la actitud de mantener los dientes apretados hace que se contraigan los músculos masticatorios y éstos se fatigan, aumentan su tono muscular y pueden llegar a expresarse en forma de dolor.











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