- Apriete de los dientes durante el día, provocado por estrés emocional, ansiedad, preocupación excesiva.
- Apriete de los dientes por la noche (bruxismo: apretar, trabar y/o rechinar los dientes).
- Tensión de la mandíbula después de una sesión de odontología en el que el paciente se ha pasado mucho tiempo con la boca abierta y asociado a tensión por miedo a lo que le pudiera hacer. Por ejemplo, cuando nos extraen las muelas del juicio, o nos hacen una endodoncia en alguna de las muelas, ya que tenemos que abrir más la boca. Cuando el odontólogo acaba, al ir a cerrar la boca uno no puede cerrarla del todo. Esto es debido a que la cabeza se ha quedado tiempo hacia delante (apertura de boca) y poco a poco la boina se ha ido deslizando a posterior y cuando se quiere cerrar la boca, la cabeza quiere ir hacia atrás pero no cabe en su agujero porque está ocupado por la boina. En este momento aparece un cuadro de tensión de mandíbula sin encontrarle explicación aparente, dificultad para cerrar la boca, y/ o ruidos articulares.
- Cuando masticamos bruscamente un alimento duro sin estar prevenidos, por ejemplo el hueso de una aceituna o cereza.
- Tener la costumbre de masticar la comida predominantemente con las muelas del lado izquierdo o del derecho, creando asimetría en la contracción muscular y articular.
- Ausencia de piezas dentales, sobre todo de las muelas (2º molares). Al no tener las piezas dentales para que absorban el impacto del movimiento de la mandíbula, en su defecto lo tiene que hacer la articulación de la mandíbula, y esto provoca exceso de compresión y alteración en su biomecánica. ( que ya hemos explicado antes).
- Bostezo muy grande que puede ocasionar encasquillamiento de la mandíbula.
- Actitud de apretar la lengua contra los dientes inferiores o superiores. Y lo comprobamos al sacar la lengua, que vemos la impresión de los dientes en los laterales de la lengua.
- Permanecer tiempo en la posición de apoyar la mandíbula sobre la mano, con el codo apoyado en la mesa. Por ejemplo cuando estamos en clase escuchando al profesor o frente al ordenador leyendo un archivo. Cuando apoyamos la mandíbula sobre la mano, dejamos caer todo el peso de la cabeza y eso implica compresión en la articulación de la mandíbula y sobre los dientes. Y eso es tensión articular y muscular.
- La actitud postural de tener la cabeza adelantada cuando estamos sentados. Aquí se están estirando los músculos anteriores del cuello, que potencialmente abrirían la boca. Pero como no vamos por la vida con la boca abierta, es necesario que se active el músculo masetero para que mantengamos la boca cerrada. Esto aumenta la actividad muscular para no ir con la boca abierta, pero a costa de generar tensión muscular y articular.
- Cuando acabamos de comer y nos queda un trozo de comida entre los dientes y no podemos cepillárnolos. Nos pasamos el tiempo empujando la lengua contra el diente. Esto genera contracción de la musculatura de la boca y causa tensión en la mandíbula si se mantiene en el tiempo.
- Hábito de comernos las uñas, morder el boli, el palillo, morderse los carrillos, morderse el labio. Genera movimientos en la mandíbula que no tienen ninguna funcionalidad.
- Personas que tienen sonrisa gingival, que cuando sonrien se les ve las encías. Y cuando se quieren poner serios, como tienen el labio superior corto, para poder juntar los labios, necesitan subir el labio inferior y esto hace que se les arruge la barbilla (borla del mentón). Ellos tienen que activar mucho la musculatura oclusora y esto es tensión para la mandíbula. Estas personas, mientras están contentas no pasa nada, pero cuando quieren expresar seriedad les resulta costoso mantener este exceso de actividad muscular e incluso aun teniendo el sentimiento de seriedad o enfado, siguen sonriendo.
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