Vamos a dar un paseo por el sendero de la articulación de la mandíbula. La mandíbula es un hueso único, unido al cráneo por ligamentos y está suspendido por un cabestrillo muscular. Tiene dos articulaciones, una izquierda y otra derecha. Ambas se mueven al mismo tiempo, es decir, no podemos aislar una y mover la otra. Así, cuando abrimos y cerramos la boca o desviamos la mandíbula a la izquierda o derecha, ambas se mueven.
Vamos a coger la articulación derecha y poner una metáfora para entender como se mueve la articulación. Tenemos el techo de la cueva (hueso temporal), la boina (el disco, parecido al menisco de la rodilla) y la cabeza (cóndilo). Nos imaginamos un señor con boina que se va a deslizar sobre el techo de una cueva.
En una articulación sana. Al inicio de la cueva (partimos de la boca cerrada), la boina está encima de la cabeza. Cuando bajamos por la cueva (abrimos la boca), ambos (boina y cabeza) se deslizan hacia delante al mismo tiempo. Y cuando retroceden (cerramos la boca), se mueven a la misma velocidad. (Ver vídeo 1)
Tener en cuenta que juntamos los dientes de arriba con los de abajo, para tragar saliva, unas 2000 veces al día. Esto supone unos 20 minutos de contacto oclusal (dientes) al día. Pero no solo se juntan los dientes para tragar, sino también cuando hacemos algunas tareas cotidianas, como abrir un bote de conserva que requiere un esfuerzo físico, o una actividad que requiere de mucha concentración. Esto es fisiológico. Sin embargo, a lo largo del día, con nuestro estrés cotidiano (emocional y biomecánico, que detallamos en el siguiente apartado), vamos estresando la articulación de la mandíbula, esto se refleja en que aumenta la compresión dentro de la articulación, y hace que la cabeza se situe posterior respecto a la boina, es decir, la cabeza escupe a la boina hacia delante. Y cuando abrimos la boca, como no están colocados uno encima del otro, aparece ruido articular cuando avanzan hacia delante y ruido de nuevo cuando retroceden (cierre de la boca).
Además, la actitud de mantener los dientes apretados hace que se contraigan los músculos masticatorios y éstos se fatigan, aumentan su tono muscular y pueden llegar a expresarse en forma de dolor.
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